Busco en la historia un acontecimiento parecido en indignidad al de ayer en la Moncloa, con un presidente del gobierno de España recibiendo a un grupo de personas que han violado la ley y anuncian que van a seguir violandola como si fuesen los representantes de un país extranjero, y no encuentro una época en que la verdad y la decencia estuviesen tan degradadas, sincerameente. Sólo me vienen a la memoriaa las llamadas abdicaciones de Bayona, cuando Carlos IV y Fernando VII le entregaron la soberanía del país a Napoleón. Así, tranquilamente. Como se sabe, Napoleón avanzaría la frontera de Francia hasta el Ebro y el resto del país lo trocearía entre sus aliados y familiares. Pues en esas estamos dos siglos después, manda narices. Lo tenemos casi todo para el cuadro: los afrancesados, esos autoproclamados progresistas dispuestos a vender el país por unas supuestas reformas modernizadoras, el Fernando VII reencarnado en Sánchez y para que no falte de nada, Carmen Calvo, que cada vez se parece más a María Luisa de Parma. No solo en cultura , inteligencia y ansia de poder, sino en lo físico. Es asombroso, pero los ojos hundidos a la vez que saltones sobre los pómulos prominentes y la boca sumida bajo el mentón que avanza poderoso que vemos en “La Familia de Carlos IV”, se aprecian igualmente si levantamos a Carmen el tupé que graciosamente le cae en la frente. A su lado, el superministro Ábalos da igualmente un buen Carlos IV: La misma panza oronda bajo los ropajes, y en el rostro, los mismos carrillos regordetes, el labio entreabierto y la mirada bovina… En fin, distraigámonos con estas tonterías porque tomárselo en serio es tan triste…¿quiénes y dónde estarán los doceañistas, los que se fueron a Cádiz a resistir y hacer la Constitución de 1812?