El día que el socialismo tuvo que escoger entre defender la construcción de un estado moderno con ciudadanos iguales en derechos y obligaciones, o defender derechos medievales, y escogió lo segundo por la ambición de un líder… ese día al socialismo le empezó a picar la garganta. La moción de censura obviaba deliberadamente el crucial momento histórico de un país que tenía que elegir entre dos paradigmas. El día que la ambición del líder le llevó a querer eliminar parte de las funciones de una de las dos cámaras principales del Estado (el Senado) porque nos se acomodaba a sus deseos, a ocultar su uso y abuso de privilegios gubernamentales declarándolos secretos de estado, o a aceptar la presencia de un relator internacional que suponía la asunción de que el país tenía carencias en materia de derechos humanos…ese día el socialismo empezó a toser. El día que el líder, para mantenerse en el poder, aseguró que la opción era o él o el abismo, afirmando que una oposición que se presentaba a unas elecciones en un país europeo en el S.XXI con una idea de Estado diferente era el regreso mismo del fascismo… ese día al socialismo le subió la fiebre. El día en que sus votantes aceptaron el torticero e irresponsable lenguaje de mentar a regímenes asesinos para evaluar a sus contrincantes democráticos…ese día el socialismo debió haber sentido uno de esos escalofríos febriles que presagian duras convalecencias. El día que el gobierno del líder alentó la expulsión de mujeres de partidos de la oposición de una manifestación feminista y pretendió adueñarse de un movimiento de tan larga trayectoria y debate…ese día el socialismo llevaba tiempo en la cama…quizás en esos estados en los que se pierde la mirada con el paso de las horas, la noción de la realidad… quién sabe si algún delirio… Y ahora circulan entre los socialistas mensajes de apoyo al gobierno con esta crisis humanitaria, esta pandemia repentina que ha costado ya miles de vidas. Están hartos de «tragar bilis», se dicen a si mismos, conscientes de que la pésima gestión del gran líder ha aumentado la tragedia. Pero no es bilis lo que tienen que tragar los votantes del gran líder. Sino lágrimas. Las lágrimas de haber matado al socialismo español. Hay consuelo para ellos: es más sano tragar lágrimas que bilis. Hagan catarsis de una vez y quítense ya las camisetas de hooligans futboleros de equipo inglés. Acuérdense de su difunto y vélenlo con honores. Su difunto analizaba la realidad buscando el mejor cumplimiento de la «liberté, egalité, fraternité». Era consciente de su difícil equilibrio, e incluso contradicción. A veces la liberté estaba regañada con la egalité…y sin duda estas dos siempre regañadas con la fraternité… pero lo intentaba. No analizaba la realidad por el buenismo de sus formas, ni se enfurruñaba en desprestigiar las formas de todos los que pensaban diferente a él. Solía buscar el fondo… una práctica casi vintage. A su difunto le parecía sagrado el espíritu crítico, creía que era uno de los pilares de la construcción de la sociedad en que vivía, y jamás aceptaba hooliganismos irreflexivos..y mucho menos autoritarismos censores… Su difunto era feliz buscando la coherencia…nunca asumía como irremediable la escalada de contradicciones de los grandes líderes… En fin, recuerden a su difunto. Descanse en paz.»