El futuro ya no es lo que era

Cuando has estado tan débil físicamente que apretar el pulsador del pulverizador de la colonia es imposible, empiezas a ver las cosas cotidianas como enroscar las dos piezas de la cafetera, secarte el cuerpo sin tener que sentarte al salir de la ducha, pisar hasta el fondo el embrague del coche o cortar el filete si está un poco duro, con otra perspectiva. Lo miras todo con la infinita melancolía de no saber cuándo vas a dejar de poder hacerlo. Los planes de futuro se te destiñen y la seguridad con que siempre has pensado en lo que vas a hacer se desvanece. A güevos tienes que vivir el día a día sin pensar en pasado mañana. Y entonces viene la covid y te hace lo mismo a nivel social, no sabes si habrá trabajo, si habrá colegio, si habrá transportes públicos, si podrás ir al médico, si te infectarás y la palmas antes de lo previsto (aunque lo previsto sea muy poco pre),si te pagarán la pensión, si habrá liga con público o si las gallinas seguirán poniendo. Y luego los que nos gobiernan, dan un miedo…¿te los imaginas en una guerra de verdad?. Los partes serían del tipo Gila “no vengáis tantos juntos que no se si va a haber balas para todos”. No puedes creerte nada de lo que dicen después de las mascarillas, el comité de expertos, las directrices de la OMS, no hay segunda ola, estamos preparados, hemos salido más fuertes, lo nuestro (del gobierno) es un exceso de transparencia… Lo que me sorprende (aún) es la naturalidad de la mentira…hay que naturalizar los insultos, dijo el Vicepresidente, lo cual es horrible, que los naturalice él en su casa, no te fastidia, pero la naturalización de la mentira en la vida pública sin que la ciudadanía reaccione, me pasma. ¿Por qué van a dejar de mentirnos si lo hacen y no pasa nada? ¿O hemos llegado ya al nihilismo total y en realidad no pasa nada porque nadie les escucha? Y ya lo de menos es el gobierno y sus anécdotas (un Ministerio de Igualdad que va a estudiar el calentamiento global con perspectiva de género. Eso sí que manda güevos, con la que está cayendo en este país ponerse a estudiar el género del calentamiento global…). No, lo grave somos nosotros, los ciudadanos ausentes, adscritos en bloque a un bando u otro del que se reciben las consignas, las noticias y la visión de lo que pasa, viviendo codo con codo realidades separadas y opuestas en función de quien te las cuente. Hace poco ví un reportaje sobre Corea del Norte, y cuando aparecen esas masas disciplinadas aplaudiendo al unísono al amado líder, te dices, lleno de autosuficiencia del mundo libre “pobres, cómo no se darán cuenta de la forma en que los manipulan”. Y vuelves la vista y te encuentras a los negacionistas manifestándose porque lo del covid es mentira y diciendo que con la vacuna nos van a inocular no se qué nanopartículas que se activarán con el móvil para dominar nuestra mente. ¿Máaas? ¿alguien cree que para que dominen nuestra mente son necesarias nanopartículas?. Somos una especie gregaria y fácilmente manipulable, a lo que se ve. Esas masas que aplauden fervorosas y entusiastas a Hitler a Stalin o a Kim-Jong-Un o que votan «a los nuestros» hagan lo que hagan, me ponen la carne de gallina.¿Quién hubiese imaginado hace diez años, por ejemplo, que el futuro era esto? …E la nave va…Y Simón, sin mascarilla, grita desde el puente de mando a los pasajeros del Titánic que no se preocupen, que sigan bailando porque son unos cubitos de hielo que no provocarán oleaje. En la España Vacía, a 9 de septiembre de 2020