La nef des fous

El otro día entra en la tienda de mi pueblo una mujer de la musulmania y le pide a la tendera una docena de huevos que no tengan sangre dentro. Te puedes imaginar cómo se quedó la tendera. Me recordó las anécdotas que cuenta Michel Onfray en su último libro “La nef des fous”. Cada uno de los días del año 2.000 recoge de la prensa una noticia que muestra la locura y decadencia en que (a su juicio) están cayendo en Francia, que es muy parecida a la de aquí, yo diría que incluso ellos están peor. El suceso de la señora de los huevos me trajo al espíritu el tema de la tolerancia con los diferentes. Tolerancia es una palabra que yo usé long time ago, cuando aún no me libraba del todo del influjo de la ideología dominante. Ser tolerante era guay, leí con gusto el libro de la tolerancia en Europa de Kamen. Pero a medida que cumplía años y que iba afirmando mis opiniones, la palabra empezó a caerme gorda, dejé de usarla, hoy me resulta tan antipática casi como empoderamiento. Porque el tolerante se me hace ( no soy lingüista) que parte de un plano superior. Te tolero da por supuesto que el tolerante aguanta al tolerado porque es generoso, le perdona la vida, le permite que diga lo que quiere porque es bueno. También se toleran los medicamentos, por ejemplo. El diccionario dice que tolerancia es la cualidad de aguantar, soportar, aceptar. Y eso no se hace desde un plano de igualdad, sino que confiere un plus de magnanimidad al que lo ejerce y sitúa al soportado y aguantado como un penoso pelmazo. Por eso a mí me gusta ECUÁNIME. No estoy para buscar etimologías, pero creo yo que vendrá del latín “igual ánima”, y por ahí debe ir la cosa porque el diccionario dice que es “Igualdad y constancia de ánimo. Imparcialidad del juicio”. Dicen otras definiciones que la Ecuanimidad “es un estado de estabilidad y compostura psicológica que no se ve afectado por las emociones u otros fenómenos que pueden causar la pérdida del equilibrio de la mente”. Esta me encanta, no perder el equilibrio de la mente dominado por las emociones, ¡qué sabiduría!. Con razón lograr la ecuanimidad es un objetivo en el budismo y el hinduismo. En el Yoga forma parte de las cuatro actitudes sublimes junto con la bondad, la compasión y la alegría. Los orientales siempre sacándonos varias cabezas en la cosa del espíritu. Viene esto a cuento de que en España no hay. Ha desaparecido. Extinta. Fíjate qué falta de imparcialidad de juicio, por ejemplo en que el mismo gobierno que no nos ha dado ni siquiera la cifra exacta de los muertos por la pandemia y no forma una comisión que analice cómo se actuó (aunque no fuese mas que para no repetir errores),SI va a hacer una investigación para apurar responsabilidades de la epidemia de poliomielitis de los años 50; o que la misma parroquia progresistafeminista que se moviliza por las mujeres de Afganistán, tiene en España cerca de un millón de musulmanes cuyas esposas e hijas no llevan burka, es cierto, pero llevan batas y velos, caminan unos pasos atrás de sus maridos y sufren la misma discriminación que les supone una religión que considera su valor la mitad que un hombre, situación contra la que no hacen ni manifiestos, ni pancartas, ni ruedas de prensa, ni desfiles en tetas, atreviéndose incluso a intentar convencernos de que el velo es liberador. ¿Seguimos?. El mismo gobierno que hace una ley de memoria de la guerra civil vota en el Parlamento europeo EN CONTRA de que se investiguen los cerca de 350 asesinatos de la banda terrorista ETA que están sin aclarar aún. La misma ministra Belarra de Unidas Podemos que quiere acabar con las Mutualidades especiales de funcionarios, jueces y militares que les permiten acceder a una Sanidad privada, contrata un Seguro privado con una Mutua para los funcionarios de su ministerio. Los mismos que defienden la superación del sexo binario, solo llaman violencia a la que ejerce uno de ellos, bastando por tanto que toda la población se declarase del mismo sexo para que desapareciese la violencia. Y así hasta el infinito. “Ils sont fous ces gauchistes”, podríamos decir parafraseando a Obelix. Que esa es otra, yo ya no soporto (tolero) llamarles izquierda. No puede ser, para mí esa palabra estuvo siempre asociada a ciertos valores, entre ellos la verdad, la crítica, la ecuanimidad, la discusión de ideas, valores esos que pisotean todos los días. Y decirles “la autoproclamada izquierda” me cansa, es largo. Les queda mejor “la izquierda hueca” porque son una cáscara vacía de consignas rancias que no permite vislumbrar que haya nada en su interior. Y ya no los tolero, soporto, aguanto o acepto. ¡Mecachis!,¡ no soy ecuánime!. En la España sin nadie verano de 2021