Au village, sans prétention J’ai mauvaise réputation Qu’je me démène ou que je reste coi Je passe pour un je-ne-sais-quoi Je ne fais pourtant de tort à personne En suivant mon chemin de petit bonhomme Mais les braves gens n’aiment pas que L’on suive une autre route qu’eux Non, les braves gens n’aiment pas que L’on suive une autre route qu’eux Así cantaba Georges Brassens. « a las buenas gentes no les gusta que sigamos un camino diferente al suyo ». Paco Ibáñez lo tradujo al español por “Yo no pienso pues hacer ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe”. La voz rasgada y épica de Ibáñez no tiene nada que ver con Brassens pero eso es otra historia, uno es una voz para un mitin y otro es una voz para una taberna al aire libre al lado del mar. A lo que vamos es a lo que significa. Yo viví mi juventud con estas letras que hablaban de seguir tu propio camino, independientemente de la “mauvaise reputation” y sin hacerte ilusiones de a dónde eso conduce, pues el propio Brassens advierte en la última estrofa : “No hace falta ser Jeremías para adivinar cual será mi suerte, si encuentran una soga que les guste, me la anudarán al cuello” No podría ser mas actual, esta letra, esta idea. Hoy hay miles de “braves gens” dispuestas a lapidar en cualquier plaza social(y real) al que no siga su camino. Solo que ahora el camino lo están marcando las supuestas izquierdas, que eran las que en mi juventud clamaban contra ello. A cualquiera que se salga de su camino de consignas caducas le lanzan la soga al cuello del fascismo. Qué hastío. Pobre Lolita, que se le ha ocurrido decir que no es feminista, que es persona, y se la han lanzado a degüello, o pobre señora médico de Baleares que se le ha ocurrido hablar en castellano a un paciente y le han abierto un expediente,o pobre Milei, que saca un 14% en Argentina y le llaman la sucursal de Vox, o pobre Zemmour, que piensa presentarse en Francia y le dicen que por qué no va con Lepen etc, etc, etc. Cansa esto, ya, es innumerable. Es el único argumento que manejan, si me critican, es extrema derecha.No hay otra. Y es que una cosa es decirse de izquierdas en las conversaciones de colegas y amigos, que queda como muy bien, o sea, o gritar no pasarán mientras levantas el puño, y otra es ser consecuente en tu vida con tus ideas, que para mí es un valor supremo. Sean cuales sean esas ideas, pero como dice Zarathustra: “Recto pensar, recto hablar, recto actuar” Voy a poner un ejemplo personal sin que sirva de precedente. En cierto Instituto donde yo trabajaba existía como es natural un Reglamento de Régimen Interno que decía que las actividades extraescolares debían hacerse para el 90 % del alumnado.Una actividad extraescolar forma parte de una programación, luego todos los alumnos deben seguirla, como es lógico. En esas circunstancias, una jefe de estudios propone un campamento de una semana en León organizado por una entidad privada que cuesta 300 euros por persona (estábamos en 2.009, era bastante dinero, lo es ahora aún). Yo dije que eso era contrario a la correcta actuación pedagógica (ademas de contrario al Reglamento) porque no todos podrían ir. No se me hizo caso, la actividad se aprobó por los responsables de hacerlo. Nadie se opuso. De aproximadamente 90 alumnos que hubiesen podido ir, no llegaron a 30 los que se apuntaron. Nuestro Instituto no era de gentes pudientes en general. Los chicos empezaron a hacer los comentarios que serían de esperar: pierden una semana de clases los ricos, los demás a clase y sin campamento por no poder pagarlo. Me pareció tan injusto, tan arbitrario, que decidí que,si hablar no había servido de nada, mejor actuar: decidí llevarme yo dos días a los que no iban al campamento a un albergue de la juventud que era gratis y solo les costaría 20 euros del autobús. Todos podían venir. Cuando los chicos supieron que podían ir conmigo a otro sitio, incluso algunos de los “ricos” se borraban del campamento porque preferían ir dos días con Alfonsa a cinco con la jefe de estudios. Inmediatamente el equipo directivo me llamó al orden y me prohibieron hacer mi salida porque no estaba incluida en la programación (lo que no era del todo cierto, porque yo tenía programada una salida sin especificar). Lo mío no era legal, lo de ellos si… Y nos quedamos en tierra mientras se iban los privilegiados. ¡Redoble de tambor y triple salto mortal al que adivine quienes eran los progres del centro!. Efectivamente, los del equipo directivo. Como era de esperar, la venganza del dicho equipo contra mí no tardó en materializarse pero eso es también otra historia. A aquellas “braves gens” no les gustó que yo siguiese mi camino. Es una anécdota, no tiene importancia, pero de miles de cedencias diarias está hecho el camino de los déspotas. Por eso a mí, humildemente pero con firmeza, lecciones de izquierda, ni una. septiembre de 2021 en la España hueca