Queridos todos, aquí estoy pasando este verano dicen que atípico resguardadita en el molino donde podéis visitarme, pero de donde no puedo salir…al menos por ahora. Yo creí que mi enfermedad se curaría y yo volvería a ser quien era antes físicamente. Pero no es cierto. Ya he asimilado que la enfermedad va a estar siempre ahí, agazapada, y que tengo que convivir con ella. No alarmarse que lo llevo bastante bien. Hace ya casi dos semanas que dejé de tomar corticoides y antibióticos. ¿Resultado? Me duelen los huesos. Bueno, es un dolor soportable así que sin problemas. La cuestión es que parezco la abuelita de Frankestein caminando, porque voy rígida, tipo robot. Si me agacho para algo, sólo puedo volver a levantarme poniéndome de rodillas, a gatas. El otro día estuve un buen rato para conseguir incorporarme al abrir las llaves de riego de la manguera. Hilda la perra me miraba muy fija como diciendo ¿qué hace esta, toca arrastrarse ahora?…Pero no solo la función deambulatoria está afectada ¿sabéis lo que cuesta picar finita la patata para la tortilla si tienes los dedos rígidos? ¿o atinarle a un pelo con las pinzas de depilar? ¿subir a la barca para dar un paseo por el río? ¿salir corriendo si es necesario por algo?.Total, no quiero aburrir, el físico está bastante cambiado a lo que yo era. No así lo mental, tu cabeza es siempre la misma. Hay un momento en que te despiertas por las mañanas, y es un instante fugaz, en que aún no has tomado conciencia de dónde tienes el cuerpo y te crees que eres tú en otras épocas, ilusión que se desvanece en cuanto mueves la rodilla y recuperas la conciencia de su rigidez. Ahora mismo no podría ser profesora, no porque no les contase a mis niños miles de cosas, sino porque no aguantaría un recreo. Pero hay que ser siempre positivo, un lugar donde extrañamente no siento el efecto de la rigidiz ósea es en la piscina, y ahí me tenéis a mi haciéndome largos en el complejo deportivo de Guadalajara. (Tengo que comprarme un bañador moderno, porque el que tengo exige sacármelo por la cabeza y estirar de esa forma los brazos no puedo). El 60% de los usuarios del complejo somos gente de la tercera edad. Bien mirado, es una muestra del avance de la sociedad, las viejas de mi pueblo de mi infancia sólo se bañaron en el río en la juventud. Yo ahora soy una vieja del pueblo, sin pañuelo negro a la cabeza y sin zapatillas de paño con pompón…Soy una vieja del pueblo con gafas de sol de colorines…Hay que pasar por todo y buscar siempre lo bueno de cada estadio asi que, aquí vamos, con el físico hecho un cuadro pero con la mente más despierta que nunca, me parece a mí. Verano de 2019, unos meses antes de que se reanudase la enfermedad