…´ñoles… Un curso más nos reunimos en torno a vuestra figura para celebrar aquel 10 de noviembre que decidisteis otorgarnos cuatro años de felicidad infinita. Este ejercicio hemos de recordaros por: -Las sentencias sobre el cierre del Congreso de los diputados, la utilización de un estado de alarma y no de excepción para no rendir cuentas ante la cámara baja, el nombramiento ilegal de la dirección de la televisión pública, la multa por la utilización inédita desde una presidencia en funciones del aparato gubernamental para la campaña electoral, y todos los ejemplos que han confirmado el autoritarismo gubernamental ya conocido por muchos (y nunca reconocido por vosotros). -A las sentencias ya citadas, han de añadirse las que quedan por venir, y las que puede que no lleguen, como el manejo de la fiscalía y muchos otros síntomas de injerencia obscena, impropia de un progreso en forma y fondo. Recordemos que a este año también debemos una edición más de la gala del reparto de CGPJ, el teatro más vanguardista del país donde, edición tras edición, se convierte en mascarada la separación de poderes. La novedad de este curso es haber visto un amago de justificación de la intromisión en la justicia desde el gobierno que votasteis. “Los jueces no pueden elegir a los jueces” apuntó el ministro. Lejos de ser una frase desafortunada, es un cambio de paradigma asumido. -Otra introducción más, novedosísima, que hemos experimentado este año gracias a vosotros ha sido la legislación educativa. La incorporación del suspenso, o la ausencia de exámenes para la obtención de según qué títulos, nos ha adentrado en la nueva era de la educación emocional. Esta tendencia, no menor, convertida ya en ideología, que lleva años gestando la prevalencia de las emociones sobre cualquier reflexión o construcción racional, ha dado un salto de gigante al llegar a la formación de las generaciones venideras. -Un clásico ya de nuestra felicitación navideña es el esfuerzo (también en dinero) empleado en comprar el apoyo de una región de cuyo nombre no necesito acordarme pues es de todos conocida. El desequilibrado gasto presupuestario, símbolo de una práctica de la desigualdad a conciencia, sigue siendo santo y seña de vuestra existencia y pensamiento: mirar para otro lado, y considerarlo un mal menor para que no ganen los malos, ajenos como siempre a tomar conciencia que cimentar el progreso de una sociedad en conceptos desiguales de ciudadanía es construir un edificio de barro, cuando no de nitroglicerina. -Hemos también de agradecer un curso más los desiguales ejercicios tributarios a los que se ve sometida la población bajo vuestro régimen. En este edén de la felicidad sencilla que habitáis (e imponéis con vuestro votos) donde se quita a los ricos para alimentar a los pobres, y el que se queja es porque tiene dinero de más, el autónomo, el agricultor, el ganadero, el hostelero, y cualquier profesional que no sea público y no goce del paradisíaco sistema vitalicio (otro logro incontestable que atribuiros y que cebáis con gran jolgorio), se acuerda de vosotros y de toda vuestra familia (viva y muerta) cuando ve sustraído más del 30% de su producción para vuestra causa. La carga fiscal más elevada de Europa y el record nacional en recaudación tributaria también llevan vuestro nombre, queridos. Loado sea el señor. -Precisamente hablando del Señor, otra incorporación que habéis macerado este año es la de desvincularos del loco autoritario al que alzasteis aquel 10 de noviembre sin percibir que su caída era más necesaria a la política nacional que cualquier otra prioridad. Pero ahora, ante la evidencia de su locura, todos vais introduciendo una misma muletilla “no, si a mí no me gusta Sánchez, pero…” aquello que os movió a votarle os devolverá a su misma papeleta, n´importe combien de fois…Porque arrepanchingarse en el cómodo diván de que pierdan los malos es siempre más fácil que mirar de frente a la aberración creada. La novedad de este año es veros estar en misa y repicando queriendo estar a bien con cualquier conciencia que os aceche, y, por si acaso, ahora os permitís, descarados cínicos picarones, decir que tampoco os gusta el monstruo que aupasteis. Este curso habéis salpimentado un poco más vuestro cinismo. -A pesar de todas estas incoherencias del progreso vacuo que asumisteis hace tiempo -y prometéis para otro tanto más- saludamos otra navidad más al laicismo verdadero, a la igualdad de los ciudadanos ante la ley, a la igualdad de voto a través de la revisión de la ley electoral, a la democracia directa para dirimir aspectos cruciales a los que no os queréis enfrentar, y a todas esas cosas que nunca llegarán de vuestra mano pues vuestros votos van siempre a mantener un sistema que necesita de esa desigualdad electoral para mantenerse, que vive de los apoyos de la desigualdad legal, que nunca ha entendido el laicismo como una forma de respeto mutuo, y que de la democracia directa sólo entiende los destellos que afiancen sus posiciones, no la asunción de decisiones mayoritarias que le contradigan. -Las últimas palabras de aliento para el año entrante deben terminar deseándoos un cómodo disfrute de vuestra hibernación política. Reponeros y tomar fuerzas porque cuando ganen los malos, si ganan, dios no lo quiera, os parecerán terribles las intromisiones en las instituciones, los usos y abusos del avión presidencial para bautizos y comuniones, la declaración de secretos de Estado de todo lo no confesable, la falta de transparencia incluso demanda por la justicia, el amiguismo de puestos sin fin, la desigualdad tributaria, el recibo de la luz, la asfixia a la clase media, las desigualdades civiles, la arrogancia de los miembros gubernamentales, las enmiendas a la totalidad de la Unión Europea a unas previsiones hinchadas, el manoseo del CIS, la calidad educativa, ni que hablar de la sanidad, el desigual acceso autonómico a servicios públicos, y todas esas cosas que os molestarán enormemente cuando no sean los vuestros los que las cometan, y que os sacarán a la calle y coparán vuestra indignación, necesitada de la efervescente manifestación que ahora tenéis hibernada en vuestro cómodo pensamiento binario que todavía no habéis sometido a esos comités de revisiones antibinarias tan de moda últimamente. Feliz navidad. El año que viene, más y mejor