Autocrítica

“Me llamo Alfonsa, soy una víctima de la educación franquista y el régimen del 78 sucesivamente. He aquí mi confesión: En mi adolescencia, estudié Matemáticas, Historia, Latín, Física, Química, Ciencias Naturales…ni una palabra de Procesos de Dominación o Luchas Identitarias, por ejemplo, el auténtico saber liberador. Me sometía a los heteropatriarcales exámenes no diré con alegría, pero sí con éxito, ajena a mi necesidad de empoderamiento y completamente alienada. Hasta tal punto llegaba mi ceguera, que a los 13 años tuve Matrícula de Honor en Trigonometría, por poner un ejemplo…Me saltan las lágrimas al recordarlo. Y eso era solo el principio, terminé todo el bachillerato con media de sobresaliente, lo que definitivamente me hundió en el trauma aunque yo no lo supe en el momento…No sé si podré continuar, camaradas…Estudié Magisterio, donde continuamos con materias como Literatura, Filosofía, Geología, Agricultura…Me avergüenza confesarlo pero he venido para no dejar ningún dato en la sombra. Fuí Premio Provincial de Carrera con una media nuevamente de sobresaliente. No me culpéis, yo era fruto del adoctrinamiento que te lavaba el cerebro sutilmente. -Trabajé durante tres años para con los ahorros pagarme la Universidad, y así me licencié en Geografía e Historia después de cinco años de facultad y nuevamente con una media de 8,5 en toda la carrera. En mi desvarío, saltaba de alegría y celebraba con mis compañeros cada nueva nota, me creía capaz de todo gracias a mi esfuerzo en el estudio…(sollozos)… -A pesar de ir cumpliendo años, no se abría en mi espíritu la luz que hubiera necesitado para darme cuenta de mi condición de víctima inocente. Aprobaba cuantos exámenes hacía, gracias a lo que obtuve plaza de profesora en Francia, Portugal, Brasil, Luxemburgo…Confieso amargamente que todos aquellos puestos los conseguí por méritos propios y no a través de haberme integrado previamente en las estructuras del partido como hubiera debido. -El ensordecedor silencio de profesores y sindicatos de la enseñanza ante la nueva y última reforma de la ley de educación y los últimos y liberadores proyectos curriculares, no es sino la manifestación de su anhelo por una reforma ansiada en silencio y celebrada en el mismo contenido tono. Por fin ven cumplida su aspiración de acabar con las notas, los exámenes, los famosos suspensos y poder regalar tranquilamente los títulos realizando en la enseñanza por fin la utopía igualitaria de nuestros patriarcas fundadores. -Sólo cobijo un temor, camaradas: que las nuevas generaciones acaben odiando esta innovadora y luminosa Formación del Espíritu Progresista, con la misma intensidad con que nosotros odiábamos la Formación del Espíritu Nacional de la época”. (Aplausos de la asamblea)