Confieso tener fuertes tendencias iconoclastas. La ruptura de los iconos me atrae y no me refiero a hacer cascotes, claro. Lo de la clastia lo llevo hasta en el sistema inmunológico(una de mis enfermedades se llama vasculitis leucocitoclástica, no te digo más). Mi abuela con sus relatos me metió en vena el gusto por la historia pero no me hago ilusiones, soy perfectamente consciente de que la historia es el arte de tergiversar el pasado para justificar cualquier presente. Cuando hice los cursos de doctorado después de la carrera uno de los cursos era sobre los mitos fraudulentos del nacionalismo del siglo XIX. A mí me tocó estudiar las falsas Cortes de Lamego. Una falsificación de las actas de dichas supuestas cortes hecha por un fraile en el XVII y colada como medieval, estuvo vigente en Portugal durante dos siglos, hasta que Herculano desenmascaró el engaño. Y aún así, siguió admitiéndose hasta bien entrado el siglo XX. Otro de los hitos que me impactó fue el libro “Jesús no dijo eso” de Bart Ehrman, en que el estudio crítico desde el punto de vista lingüístico de los cuatro evangelios canónicos y otros textos bíblicos, demuestra las traducciones incorrectas al griego, los párrafos añadidos con posterioridad, etc, etc. Un libro apasionante para mí. Como lo fué el desmontaje brutal de la figura de Freud y las supuestas curaciones de pacientes que hace Michel Onfray en “El crepúsculo de un ídolo”. El mismo Onfray, más recientemente ha publicado “Mitterrand y De Gaulle. Vidas Paralelas” en que desmonta igualmente la figura de Mitterrand así como el mito de la resistencia francesa ante los nazis elaborado por De Gaulle. Resumiendo, que lo mío son las historias al margen de las oficiales. Y esto es un no parar. Ahora mismo se están elaborando dos nuevos fraudes que nos atañen como país, con total asentimiento o indiferencia de la sociedad. Uno es la historia de Cataluña, y otro la historia de la República. Lo de Cataluña no se circunscribe a los extravagantes miembros del Instituto de la Nueva Historia (el título ya lo dice todo), subvencionados por cierto con mis impuestos, y empeñados en demostrar que todas las grandes figuras de la cultura española, tan odiada, eran catalanes de nación, (lo que resulta una patética paradoja, apropiarse de lo que dicen despreciar). Mucho más grave es la tergiversación que se manifiesta en los libros de historia de institutos y escuelas. Un reciente estudio comparado de las teorías divulgadas por las diversas editoriales lo muestra claramente y es significativo que ningún profesor catalán se prestase a colaborar en el análisis, por lo que al final el sindicato AMES (Acció per a la Milhora de l´Ensenyament Secundari) de quien partió la iniciativa, lo hizo con profesores de historia de toda España. En cuanto a la República, cunde ya entre el personal la visión transmitida en sus leyes de memoria por la nueva Formación del Espíritu Plurinacional Progresista que consiste en asimilar como sinónimos República -Izquierdas – Demócratas. Que el año 33 ganaron las elecciones los partidos de derecha es algo que la mayoría obvia o ignora. Y que la mitad de los partidos del Frente Popular pretendían instaurar “su” dictadura y denostaban la democracia parece estar olvidado en estos momentos, aunque figuras como Clara Campoamor ya lo dijeran muy clarito en una reflexión que parece producida en nuestros días. “La división tan sencilla como falaz hecha por el gobierno entre fascistas y demócratas para estimular al pueblo, no se corresponde con la verdad. La heterogénea composición de los grupos que constituyen cada uno de los bandos…demuestra que hay al menos tantos elementos liberales entre los alzados como antidemócratas en el bando gubernamental”. ¡Ay Doña Clara, si los viera ahora trayéndole flores a su tumba!. Por eso, fiel a mi afición iconoclasta, hoy quiero recordar aquí a unas víctimas de la guerra civil que no tienen ley que las reconozca como tales y les ampare, lo que las arrojará sin remedio literalmente a la desmemoria: los rojos asesinados por otros rojos. Son tantos los episodios que no caben.La mente se nos va enseguida al caso de Andreu Nin, el dirigente del POUM secuestrado torturado y asesinado por miembros del partido comunista en Alcalá de Henares, pero en las jornadas de mayo del 37 en Barcelona, el balance oficial de víctimas fue de 500 muertos. Víctimas y victimarios, todos de izquierdas: de un lado los anarquistas de la CNT y los comunistas del POUM, del otro, los comunistas del PSUC y los separatistas del Estat Catalá. Por cambiar de geografía, Madrid, 6 de marzo de 1939, golpe de estado contra Negrín de Miaja, Casado, Besteiro, Wenceslao Carrillo y Cipriano Mera. La consigna ahora es “antes que antifascista hay que ser antibolchevique”. Anarquistas y socialistas hartos y resentidos del predominio comunista con Negrín, y dueños de la situación, ordenan detener y destituir en todos los cuerpos del ejército a jefes, oficiales y comunistas mas destacados. Estos reaccionan y mueven sus unidades sobre Madrid. Resultado: 2000 muertos, cifra unánimemente admitida por historiadores a derecha e izquierda. ¿De qué ley son estos muertos?. Por cierto, que la figura del coronel Casado, es una muestra más de lo que algunos hacen con la historia. Para Paul Preston (el historiador oficial del progresismo), era hijo de un capitán de infantería que lo crió en estricta disciplina. Y recoge toda opinión negativa que encuentra:”ambicioso, ególatra, teatral, de carácter agrio y amargado”. Para la Real Academia de la Historia, “su padre era bracero del campo, analfabeto e hijo y nieto a su vez de campesinos de la misma condición”. Y Hugh Thomas dice de él: “Era un hombre competente, culto, austero y trabajador: llevaba una vida tan sencilla como el más joven de los soldados y un ritmo de trabajo tan intenso como si fuera el comandante en jefe”. Pues eso.