Cada año, puntualmente, en cuanto llega el mes de marzo, Démeter me pone el molino hecho un escándalo de flores, como las que se ven abajo, amén de los ciruelos, endrinos, manzanos, almendros, membrillos, espinos, etc, etc, sin olvidar a las margaritas, caléndulas, zapatitos del diablo, altabacas, tomillos, jaras, lirios… Un derroche… Proserpina estaba paseando una buena mañana cuando vió unos jacintos semejantes a los de la foto y se adelantó al grupo de ninfas que la acompañaban atraída por la belleza de las flores, quedándose aislada del grupo, momento que aprovechó Hades, el Señor del Reino de los Muertos, para raptarla. Démeter (¿de ahí vendrá Demetria?), su madre, la busca desesperadamente por cielo y tierra, y al hacerlo, descuida sus deberes de diosa que son, en su caso, cuidar de la fertilidad de la naturaleza y de la abundancia de las cosechas, con lo que la humanidad empieza a morirse de hambre, lo que provoca la intervención de Zeus ante Hades, su hermano, para que libere a Perséfone. De la cumbre Zeus-Hades surge el acuerdo de que Proserpina vendrá a la tierra de marzo a septiembre y volverá a casa el otro medio año. Y acaba de llegar, con lo que Démeter me obsequia con la abundancia floral arriba descrita. Yo a Perséfone/Proserpina, la tengo cariño, ya ves, aunque hay gente que la teme, porque, si bien pasa seis meses entre nosotros, también pasa otros seis como Reina del Mundo de los Muertos, y esto la convierte a los ojos de mentalidades más pusilánimes en una diosa peligrosa a la que hay que guardarle las distancias, hasta el punto que hay comunidades donde nunca se pronuncia su nombre, refiriéndose a ella como “la doncella”. Esto de unir en una sola diosa la naturaleza y la muerte, tiene su aquél de metáfora y de profundidad, no creas, aunque en los tiempos que corren no esté bien el decirlo y se asocie naturaleza a bienestar y progresismo, mundo ideal donde no cabe la maldad y menos la muerte, ya lo dice la ministra… No nos desviemos. Este año, Démeter nos lo está poniendo difícil: no ha habido aceitunas en los olivos, y las cosechas se están agostando por falta de agua. Se augura un muy mal año agrícola. La Diosa debería despertar a Zeus, Señor de la Lluvia, el Trueno y la Tormenta a ver si nos deja un abril con los embalses llenos. Y tampoco estaría de mas invocar a Helios, el dios del Sol y pedirle moderación, que está muy venido arriba… Yo, a estas alturas del siglo XXI, visto lo visto, prefiero encomendarme a los dioses del Olimpo antes que a los dioses del siglo, fíjate sin ir mas lejos en el Dios del Género tan en boga en todos los ámbitos de la sociedad…donde esté Proserpina…¡quita, quita!