En el subsuelo, dedicamos largos espacios de tiempo a la lectura. Nos llegan las novedades editoriales, las reediciones, las ofertas de librerías… Observo que la mujer, hoy en día, copa el espacio que no tenía hasta ahora: la mujer en el paleolítico, en el mesolítico, en la edad del hierro, en el megalitismo, la mujer Neanderthal, romana, griega, visigoda, la mujer en la pintura, la música, la arquitectura…Todos los campos parecen estar cubiertos. ¿Todos?… No se, hay un campo no estudiado, creo yo, y quisiera sugerirlo y hacer una pequeña contribución desde mi humildad al debate de ideas que pueda surgir. Ese campo hasta ahora inédito (creo, no me ha llegado nada al respecto …) es LA MUJER EN LA CORRUPCIÓN, donde sin duda su presencia ha de ofrecer particularidades inéditas que, en un mundo de hombres, habrán pasado desapercibidas. Siendo, como lo es, España un país faro del mundo en cuestión de feminismo, escogeré varios ejemplos patrios (perdón, matrios) para de ellos inferir las conclusiones pertinentes. Comencemos por un caso que me parece paradigmático: el de la ministra portavoz, Isabel Rodríguez. Esta muchacha, miembro del partido que se llamó Psoe, entró en política a los 23 años como senadora de Castilla-la Mancha, sin que le diera tiempo a trabajar antes “en el mundo”, como es práctica corriente en la élite denominada socialista . De su paso por la alcaldía de Valdepeñas, le han quedado reminiscencias en su apariencia física que delatan su origen (recuérdese el vestido de pastora con que acudió a la Hispanidad del año pasado). Casada con un hombre, su marido era empleado de una panadería y posteriormente viajante de comercio. Ascendida a ministra portavoz, rápidamente una gran empresa del Ibex descubrió las cualidades hasta entonces ocultas en el currículum del panadero y lo contrató para un alto puesto, siendo mera coincidencia que un mes después, la dicha empresa recibiera algo mas de mil (1.000) millones de euros de subvención. ¿Podríamos acusar por eso a Isabel de corrupción?.Naturalmente que no, simplemente, al ascender el matrimonio a puestos de mayor visibilidad social, la posición de ella contribuye a mostrarle al mercado las cualidades del esposo. Semejante es el caso de la ex directora de la Guardia Civil, cuyo cónyuge animaba las fiestas de carnaval de los pueblos, de donde ascendió a la posesión de cinco inmuebles de lujo al poco de ocupar ella el cargo. O el frustrado intento del marido de la Ministra de Economía, Nadia Calviño, de colocarse sin más méritos que el serlo en una empresa pública, no recuerdo cual. Imposibilitado el empleo por las denuncias de la oposición, el hijo de ambos tuvo la suerte de encontrar trabajo, a los cuatro meses de acabar la carrera como economista en el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, del que mamá es gobernadora, y que incluye en su código ético la norma de no contratar a familiares de los empleados. O el esposo de la ministra Belarra, que consiguió ocupar el socorrido puesto de asesor al llegar su esposa al Ministerio…Gracias a dios, los ejemplos se multiplican, sin que olvidemos a la hoy defenestrada Noelia Posse, cuyo novio, padre, expareja y amigos de infancia conseguían honradamente puestos de trabajo en la alcaldía que ella presidía. Llegados a este punto, infiramos patrones de comportamiento de los ejemplos expuestos: 1.- Como puede verse por la ausencia de denuncias, las mujeres no se van de putas ni de mariscadas como hacen sus colegas diputados y sindicalistas varones. 2.- Las mujeres en altos puestos de poder contribuyen a que se visibilicen las cualidades de los miembros varones de sus familias, que rápidamente ascienden en la escala social y monetaria gracias a ellas. 3.- Las mujeres tienen profundamente arraigado el concepto familiar. 4.- Puede inferirse de los ejemplos estudiados, que la mujer en sí y para sí, no se corrompe, y, si lo hiciese, sería sacrificándose por esposos e hijos. Una vez establecida la resiliencia de las mujeres de poder a la corrupción común entre políticos, se suscitan, no obstante, otras cuestiones que por rigor intelectual debemos plantear: ¿cual es el papel que juegan las mujeres en estas situaciones, consentidoras resignadas o impulsoras?. La respuesta que nos demos no es baladí y en ningún caso favorece los altos avances del feminismo que pretendemos, pues: A) Si son los hombres los que activan esas situaciones y “ellas no querían, oiga”, ¿no estaremos ante una nueva forma de machismo hasta ahora no tipificada por el diligente Ministerio de Igualdad?. Los hombres que ascienden en la escala social sostenidos por sus mujeres, eran designados en los tiempos del patriarcado con un nombre bastante feo, del que esta situación sería una variante. B)Si son ellas las impulsoras, esto indica que la batalla por acabar con la familia binaria como célula primigenia de dominación de la mujer, aún está por ganarse. Yo se que Yolanda llamaría generosamente a esto la “sociedad de los cuidados” que fomenta la MATRIA, pero estos cuidados parecen excesivos, pues lo que debería hacer toda mujer empoderada como debe ser, es decirle a su pareja -“búscate la vida por tu cuenta, queride y no te me agarres a la chepa” (es un decir). Sea como fuere, creo que hay aquí elementos para varios seminarios y talleres dirigidos por Pam donde podamos poner en claro y escudriñar el sentido auténtico de estas actitudes y situaciones P.D.- No dejan de añadirse mujeres ejemplares a esta ya larga lista. Acaba de agregarse la Presidente de las Cortes, Doña Francina Armengol, cuya pareja poseee una empresa que, tras declarar cero euros de ingresos, pasó a recibir una subvención de cuatro millones de los dichos euros…