Porque mis pies están cansados mis ojos ciegos mi boca seca y mi cuerpo dócil y ligero para entrar en el aire. Me voy porque ya no hay caminos para mí en el suelo”. (León Felipe) Los Icneumónides son unos hymenópteros muy hijos de puta. Para reproducirse, buscan una oruga y con su afiladísimo aguijón, la pican en el segmento exacto en que la paralizarán sin matarla. El objetivo es poner sobre ella sus huevos, por eso la necesita viva pero inmóvil, para que sirva de alimento a sus larvas cuando aquellos eclosionen. Mi país es hoy una oruga viva y paralizada que sirve de alimento a Los Señores. Jamás se irán de aquí por más que en altas voces lo proclamen. Jamás nos dejarán. Nos necesitan para devorarnos, para comernos los jugos ricos. Reclaman su independencia, pero la única que jamás concederán es la nuestra. Están agarrados a nosotros como las rémoras a los tiburones. Somos su teta nutricia. Nos roban, nos comen. Y ahora además, nos humillan. La humillación es tan dolorosa como los tributos. Y es que hay orugas que muestran galanamente el segmento en que deben ser picadas con total sumisión. Así que, me voy. A las catacumbas, como León Felipe el poeta del exilio. Es todo demasiado vergonzoso ya para soportarlo. Évole y Josu Ternera en el Festival de Cine de San Sebastián, el tiro en la nuca de Abascal que nadie reclama, la venta del Estado y de sus leyes en almoneda a Los Señores de Barcelona y Bilbao, el violador que soltó Irene y atacó ya a otra mujer mientras nos entretienen con Rubiales… Es tal el hedor del ambiente moral de la superficie, que solo queda refugiarse en la oscuridad y el silencio de las catacumbas, donde no llegue ni el mas ligero rumor de sus voces. “¿Por qué habéis dicho todos que en España hay dos bandos, si aquí no hay mas que polvo? En España no hay bandos en esta tierra no hay bandos en esta tierra maldita no hay bandos. No hay más que un hacha amarilla que ha afilado el rencor”. (León Felipe)