Jordan Petersson

Ha pasado por Madrid Jordan Peterson y ha llenado el Wizink Center ese para escucharlo. Mucho se podría decir de él, pero yo no he leído nada suyo aún. Lo traigo hoy a colación por lo que ha pasado con un profesor de historia de Burgos con una actitud paralela a la de Peterson cuando se negó a usar los pronombres inclusivos declarados obligatorios por el gobierno canadiense siendo profesor en Toronto. La Bill C-16 canadiense incluye a los trans y todo tipo de minorías sexuales entre los grupos vulnerables protegidos y la negativa a usar los pronombres de su elección es considerada “discurso de odio”. Peterson explica que es totalitario reformar la lengua por decreto para acomodarse a una ínfima minoría . No se les falta al respeto usando los pronombres tradicionales, al contrario son ellos los que faltan al respeto a la sociedad cuando le exigen que se sumen a su particular fantasía. ¿Qué problema hay en que alguien exija que se le trate con pronombres estrafalarios?. Pues significa que el estado impone la autopercepción subjetiva como realidad objetiva al conjunto de la sociedad. El gobierno nos asesta una gramática y una antropología. Si me percibo como un pájaro, el Estado Canadiense en lugar de llevarme a un psiquiátrico exigirá a todos los ciudadanos que me den alpiste.Y no es broma, dice Peterson. Viene esto al hilo de lo que está ocurriendo con el profesor de historia de Burgos al que los padres e Izquierda Unida han denunciado por tachar el desdoblamiento en femenino y masculino de los nombres genéricos y dejar sólo el masculino en los libros de texto que maneja con los alumnos. El profesor debe ser un peligroso fascista, pues recomienda a sus alumnos lecturas de Los Episodios Nacionales de Galdós, de Pérez Reverte, Eslava Galán, Cercas y sus “Soldados de Salamina”, Pío Moa , César Vidal, Chaves Nogales…en fin, lo que se dice un retrógrado… No se en qué acabará la denuncia, y creo que tenga todas las de ganar, pero quiero alabar su coraje y determinación. Hay que ser valiente hoy en día para tener el coraje de actuar con normalidad. El desdoblamiento ya ha sido condenado por la RAE, pero este mundo borreguil en que nos movemos, desde las editoras al profesorado aceptan la comunión con ruedas de molino sin protestar y encima pretenden tener razón y se atreven a denunciar. Francia por ejemplo, prohibió el uso del lenguaje inclusivo por considerarlo un obstáculo para la comprensión lectora ya en 2021. Que nuestros alumnos bajen cada año en comprensión lectora en las pruebas Pisa, eso no le preocupa ni a padres, ni a sindicatos ni a Izquierda Unida que son los denunciantes. Dice la señora de Izquierda Unida que denuncia al profesor, que no pueden permitir un paso atrás en la lucha por la igualdad. ¡Manda güevos si la lucha por la igualdad consiste en decir los iberos y las iberas, los romanos y las romanas, los visigodos y las visigodas (aunque creo que ahora eso no se estudia, sólo se estudia de 1812 en adelante). Que pasen de curso sin aprobar o que se disminuyan contenidos eso no provoca la denuncia de la izquierda, ni creen que tenga que ver con la igualdad. Siempre es así. En mis 43 años de profesión, he coincidido con muchos malos profesores. Jamás ví que ninguno fuera denunciado por serlo. Profesores que no enseñaban, que no daban el programa, que no se leían los trabajos de los alumnos, o que calificaban por el número de hojas sin ver el contenido o que creían que el hemisferio austral se llama así por Australia. Bastaba con aprobar luego a manta para que nadie preguntase qué estaba pasando. Esas actitudes nunca provocan una denuncia del progresismo de la igualdad. ¡Manda carajo!. El profesorado es un rebaño dócil que obedece sin chistar los silbidos del pastor, a pesar de que, como funcionario público, está blindado y siempre trabajará y cobrará su sueldo haga lo que haga. Recuerdo en mi último destino, las Aulas de Lengua y Cultura de Luxemburgo, la autoridad educativa nos impuso el uso de unos manuales que habían elaborado en el ministerio. Eran horrendos. Yo ( y me consta que algunos compañeros de Alemania también) me negué a usarlos. Nadie puede obligarme a usar determinados libros de texto (aunque hubieran sido buenos). Incluso nadie puede obligarme a usar libros de texto. Estoy obligada a dar el programa oficial, pero los materiales que utilizo para hacerlo son de mi exclusiva incumbencia. Nunca los usé. ¿Y qué represalias sufrí?: Ninguna, naturalmente. Si todos nos hubiésemos negado al menos hubiésemos ganado en dignidad colectiva de la profesión aunque no hubiésemos podido evitar la reforma que se hizo y que tenía aspectos fuera de la legalidad vigente entonces. Bueno, es un ejemplo.