Malos tiempos para la igualdad…nadie la reclama, acorralada en el armario de las ideas vetustas por ese ansia frívola y superficial de la singularidad. Otrora bandera de la izquierda, yace hoy desarbolada ante el paso arrollador de las huestes singulares y diversas. Reclamar hoy en día la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley es ingresar directamente en la tropa fascista y abandonar El Progreso. Tarea inútil llorar por su pérdida en estos tiempos de amnistías y privilegios étnicos y partidistas. Yo quisiera hoy llorar por la inexistencia de la igualdad, ya que no ante la ley, ante la salud. Que todos tuviésemos derecho a una asistencia médica de excelencia. Que el país gastase los ríos de millones que se lleva el nacionalismo o la promoción del género en hospitales modernos, capaces, eficientes para todos los ciudadanos por igual…yo tuve un sueño, que decía el otro… Para mi desgracia, padezco una enfermedad que se reproduce cada dos-tres años y que los médicos solo consiguen dominar con un fármaco bastante caro. La primera vez que pensaron en el fármaco, vinieron alarmados a preguntarme qué seguro médico tenía porque era posible que no me lo cubriese. Cuando dije “Muface” se les iluminó la cara.- ¡Ah, vale, con Muface no hay problema! – .Y hoy estoy aquí escribiendo siete años después gracias al dicho fármaco. Por eso me duele en el alma pensar qué pasa con las gentes que no tienen Muface, ese privilegio exclusivo de los funcionarios que además de asegurar un sueldo de por vida pase lo que pase, tienen acceso a las mejores condiciones en el sistema sanitario. Privilegios indecentes. ¿Se ocupan de esto esa tropa inculta y arribista que hoy se llama izquierda?. ¡¡Sí!!. Quieren acabar con Muface aplicando el dogma sagrado de fuera lo privado, todo público. Y uno hasta estaría tentado de darles la razón si lo público tuviera los estándares de calidad que tiene lo privado. No hay que acabar con Muface: hay que extender Muface a toda la población, que no es lo mismo. Últimamente han sido noticia los enfermos de ELA, que siguen esperando una ley que les pague los tratamientos y los de cierto tipo de cáncer cuyo tratamiento tampoco absorbe la sanidad pública. Y es indignante. Te imaginas la desesperación de los enfermos y de sus familiares, impotentes para pagar aquello que podría curarles… Pero nuestra ministra de sanidad no está por la labor. Y dice que es caro…qué vileza…Desde que ha llegado al ministerio, ya hace un año, sus propuestas estrella han sido la anestesia verde y la ley antitabaco…La anestesia verde no sé en qué consistirá, pero dice la señora que hay que dejar de usar las anestesias actuales porque favorecen el cambio climático…¡Manda güevos!. Y la ley antitabaco es para prohibir fumar en terrazas. Eso es todo lo que ocupa su cabeza hueca de ideas y rellena de dogma. Y las terapias del cáncer se salen del presupuesto, pero hay que comprar la investidura de Illa, pagar los 2.000 millones de la ruina de Correos por el amigo de Sánchez, gastarse los 500 millones de Igualdad en talleres de masculinidad, risoterapia, compra de abanicos, carreras de tacones etc, gastar 100 millones en publicidad institucional a los medios sanchistas (este año, el año pasado, como había elecciones fueron 240 millones en publicidad gubernamental), financiar la compra de material a la policía de Marruecos, gobernado por el tercer hombre mas rico del planeta…para qué seguir… Si nuestras energías como nación se empleasen en el sistema sanitario para todos…pero son sueños. Nos gobierna una oligocracia política amoral. El ejemplo del ya exdirector de Correos es paradigmático: Nombrado para el cargo sin ninguna experiencia de gestión, teniendo como único título la amistad con Sánchez, pasa a dirigir una empresa con 50.000 empleados. Firma un contrato con una compañía privada en el que asume que si hay pérdidas en el negocio, será Correos quien las pague. Hunde la compañía, que necesita 2.000 millones para sobrevivir…¿Está en la cárcel?…¡No!. Ahora es director de Infraestructuras del Estado… Millones y millones que se escurren entre los dedos de una red clientelar dispuesta a todo para conservar el poder de repartirlos mientras tienen la vesanía de decir que no pagan medicinas por su alto coste…¡Y se llaman izquierda!…pobre palabra otrora sinónimo de causas nobles y hoy humillada en sus bocas mendaces. Como ciudadanos realmente defensores de servicios de calidad para todos por igual…¿qué nos queda?…
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